domingo, 14 de agosto de 2011

El incomparable placer de la vagancia.

Es hermoso vivir un domingo sabiendo que al día siguiente no tenés clases. Ese sentimiento de placer originado, en parte, porque sabés que hay alumnos por ahí que sí tienen clases: se van a levantar a las 6-7 am, van a tomar un desayuno medio apurado porque seguramente se quedaron el domingo viciando en la PC, van a tener a la profesora hija de puta de la 1° hora, que se ganó el epíteto únicamente por darte clases un lunes a las 7 de la mañana; después va a llegar el recreo, y todo el ganado se va a amontonar en la puerta de sus respectivas aulas con la esperanza -y utilizando todos los recursos sucios que se puedan imaginar- de salir primero que el resto (al pedo, porque si sos mina te quedás en la puerta esperando como una boluda porque tu mejor amiga es de las que se quedaron al final de la fila). Y van a seguir, como un borrón incomprensible, una seguidilla de profesores y profesoras que piensan que su materia es la única que tenés, que esperan que pases las tardes de tu vida "estudiando lo que se vio la clase anterior", como si no tuvieras nada mejor que hacer (y la verdad es que no tenés nada mejor que hacer porque te pasas las tardes viciando en Facebook, Twitter, Tumblr o simplemente en el MSN). Y al final, la salvación: finalmente la última hora y seguramente es con una de las reventadas que no te dejan guardar tus útiles 5 minutos antes (con la típica frase: "La hora todavía no terminó") pero que ella ya tiene todo guardadito en el bolso 10 minutos antes que vos. Pero claro, salís y te acordás que la de matemática dejó unas fotocopias con actividades, la de inglés te dejó unas actividades en la fotocopiadora y que la de historia dejó unos apuntes que deberías haber sacado y leído. 

Sí, todo eso podría haber pasado en un lunes; sin contar que, yo por ejemplo, voy a inglés a la tarde. Hermoso es pensar que yo no voy a tener que hacer todo eso mañana (bueno, sí tengo que ir a inglés, pero es un detalle); mientras todos se levantan temprano, ven a la vieja que hace que una materia que te podría gustar la termines odiando, yo me quedo en casita, durmiendo, y leyendo Cumbres Borrascosas. 

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