lunes, 22 de julio de 2013

-¡Harry, sufrir así es la prueba de que todavía eres un hombre! Este dolor es parte de ser humano....
-¡ENTONCES - NO - QUIERO - SER - HUMANO!- Harry lanzó un gruñido y cogió uno de los delicados instrumentos de plata, de una de las mesas con eje giratorio que había a su lado, y lo lanzó a través de la habitación. Se estampó contra la pared en cientos de pequeños pedazos. Varios retratos dejaron escaparan un grito de enojo y miedo, y el retrato de Armando Dippet dijo:
-¡Parece mentira!
-¡NO ME IMPORTA!!- les gritó Harry a todos, agarrando un lunascopio y lanzándolo a la chimenea-. YA HE TENIDO SUFICIENTE, YA HE VISTO SUFICIENTE, QUIERO SALIR, QUIERO QUE ESTO TERMINE, YA NO ME IMPORTA MÁS.
Cogió la mesa en la cual habían estado los instrumentos de plata y la tiró también. Se rompió al caer al suelo y las patas rodaron en diferentes direcciones.

-Sí te importa- musitó Dumbledore. No se había alterado ni había hecho un solo movimiento para evitar que Harry destrozara su despacho. Su expresión era calmada, incluso indiferente-. Te importa tanto lo que sientes que te desangrarías hasta la muerte con el dolor que te produce

-¡YO.... NO LO HARIA!! -gritó Harry, tan alto que sintió que su garganta podría desgarrarse, y por un segundo quiso correr hacia Dumbledore y hacerle pedazos a él también; hacer añicos ese viejo rostro calmado, sacudirle, herirle, hacerle sentir alguna pequeña parte del horror que él sentía.

-Oh sí, lo harías -replicó Dumbledore, todavía mas calmado-. Ahora has perdido a tu madre, a tu padre y la cosa más cercana a un padre que has conocido. Claro que te importa.

J.K. Rowling, Harry Potter y la Orden del Fénix.

No hay comentarios:

Publicar un comentario