domingo, 31 de julio de 2011

Feliz Cumpleaños, Harry!

Bien, acá estamos devuelta. 12:01 am del 31 de julio. Tengo que admitirlo, esto de llevar un blog no termina en ningún puerto, ¿no? Pero al menos vamos a hacer el intento de seguirlo, con alguna que otra entrada absurda y sin sentido con un título sacado de la galera mágica (para los conejos se necesita más práctica).

Pero creo que, hablando de magia y trucos, mi mago favorito necesita un post en este blog. Al menos como regalo de cumpleaños. Si lo traducimos al castellano, esto significa que Cuevana (fuckyou) no me carga el ultimo capítulo de la 2° temporada de Supernatural... and I'm so fucking pissed.

Sin embargo, visto y considerando que es el cumpleaños del mago más famoso del mundo (mentira, el mago y la bruja más famosa eran Merlin y Morgana, anyway)  mi querido Harry Potter merece que le dedique una entrada en mi blog.

Creo que lo más justo sería empezar diciendo cómo conocí al pequeño mago con anteojos. Si no tienen ganas de leer la historia, sáltense hasta la parte que no está en cita.

La historia empieza un día de Reyes, allá por el año 2002 más o menos. Mis viejos, Dios los bendiga, llegaron a los pies de mi cama con un rectangulo de envuelto en papel de regalo. Lo desenvolví, con toda la emoción propia de una nena de 7 años ante cualquier regalo, y me lleve la misma desilución que cualquier niño de mi edad se llevaba cuando recibía ropa. El rectangulo era, nada más y nada menos, que un libro amarillo con un pendejo montando una escoba en el medio de la noche. Podemos decir que mi hermano se emocionó más que yo con mi propio regalo. Caba aclarar que él ya se había leído gran parte o todos los libros publicados hasta la fecha; yo por mi parte, me quedaba con las películas.
No fue sino hasta el año 2006 que, en una noche de insomnio
después de terminada una maratón que constaba de HP & el prisionero de Azkaban y HP & el Cáliz de Fuego, volví a tomar ese libro que se empolbaba en lo más recondito de mi cajón en la mesa de luz. Fue esa noche, una noche de sábado, que caí enamorada de Harry, Ron y Hermione.
¡Y no podía bajar el libro! Ese año recibí muchas quejas de mi papá porque nos habíamos ido a la Patagonia de vacaciones, y yo lo único que hacía era leer, leer y leer. En ese viaje termine "La Cámara Secreta" y "El Prisionero de Azkaban". Poco a poco me fui compenetrando con Harry, riendo con Ron e identificándome con Hermione. Me compadecí con la historia de Sirius y de Lupin, me reí con las bromas de los gemelos, aguanté hasta el final con Cedric, me uní a la Orden del Fénix y al Ejército de Dumbledore, molesté a Umbridge, ví la Segunda Guerra empezar, sospeché de Draco, maldije a Snape, lloré con Fawkes... Y finalmente completé el viaje junto con Harry, Ron y Hermione. Luché por Hogwarts, porque hay algún en el mundo y vale la pena luchar por él. Estuve con Harry hasta el final.
Para el 2007 todo ya había terminado, ese libro amarillo que me regalaron a los 7 se había convertido en una de las cosas más lindas que me había pasado. Conocí gente con mis mismos gustos, con mis mismas ideas. Pero todo se había esfumado... pero quedaba ese consuelo, ese diminuto consuelo "Todavía tenemos las peliculas". Pero ahora, 2011, eso también se terminó.
 Casi una década, toda mi infancia junto con el pendejo de lentes. Y la verdad no me importa si la película fue una buena adaptación, o si Daniel Radcliffe actuó bien, no me importa que Bellatix haya explotado... me importa el camino que recorrimos juntos: desde el pendejito con ropa enorme y corte taza, hasta el adolescente de 17 que va a enfrentarse a la muerte como una vieja amiga. Esas son las cosas que importan. Porque siempre fue más que una serie de libros para mí, fue más que letras impresas en una hoja y mucho más que un DVD. Fue un hogar, un refugio, una concepción del mundo y de la gente en él. El 15 de julio despedí a mi mejor amigo: con el que reí, que me vio llorar, que me vio crecer.

Chau, Harry. Gracias por todo.

 

Hogwarts will always be there 
to welcome you home

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