"Nadie hubo en él; detrás de su rostro (que aun a través de las malas pinturas de la época no se
parece a ningún otro) y de sus palabras, que eran copiosas, fantásticas y
agitadas, no había más que un poco de frío, un sueño no soñado por alguien."
Y sí, me pegó la onda Shakespeare. Pero bueno, ¿qué le vamos a hacer? Borges, que tanto te reniego, ¡qué bien que escribís!
"Dejaba de ser Ferrex o
Tamerlán y volvía a ser nadie. Acosado, dio en imaginar otros héroes y otras
fábulas trágicas. Así, mientras el cuerpo cumplía su destino de cuerpo, en
lupanares y tabernas de Londres, el alma que lo habitaba era César, que desoye
la admonición del augur, y Julieta, que aborrece a la alondra, y Macbeth, que
conversa en el páramo con las brujas que también son las parcas. Nadie fue
tantos hombres como aquel hombre, que a semejanza del egipcio Proteo pudo
agotar todas las apariencias del ser. A veces, dejó en algún recodo de la obra
una confesión, seguro de que no la descifrarían; Ricardo afirma que en su sola
persona, hace el papel de muchos, y Yago dice con curiosas palabras “no soy lo
que soy”. La identidad fundamental de existir, soñar y representar le inspiró
pasajes famosos.
Veinte años persistió en esa alucinación dirigida, pero una mañana le sobrecogieron el hastío y el horror de ser tantos reyes que mueren por la espada y tantos desdichados amantes que
convergen, divergen y melodiosamente agonizan. Aquel mismo día resolvió la
venta de su teatro. Antes de una semana había regresado al pueblo natal, donde
recuperó los árboles y el río de la niñez y no los vinculó a aquellos otros que
había celebrado su musa, ilustres de alusión mitológica y de voces latinas.
Tenía que ser alguien; fue un empresario retirado que ha hecho fortuna y a
quién le interesan los préstamos, los litigios y la pequeña usura. En ese
carácter dictó el árido testamento que conocernos, del que deliberadamente
excluyó todo rasgo patético o literario. Solían visitar su retiro amigos de
Londres, y él retomaba para ellos el papel de poeta.
La historia agrega que, antes o después de morir, se supo frente a Dios y le dijo: “Yo, que tantos hombres he
sido en vano, quiero ser uno y yo”. La voz de Dios le contestó desde un
torbellino: “Yo tampoco soy; yo soñé el mundo como tú soñaste tu obra, mi
Shakespeare, y entre las formas de mi sueño estabas tú, que como yo eres muchos
y nadie”."
"Everything and nothing"
Jorge Luis Borges.
Jorge Luis Borges.
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